I.E.S. CASTELLA VETULA.- Lengua y literatura.

MATERIALES PARA  
2º  DE BACHILLERATO  

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Tema 1.- El ensayo en el siglo XVIII. Jovellanos.

(Textos)

bullet1.-

[En el siglo XVIII] Con raras excepciones, los escritores se propusieron como una tarea primordial de su quehacer literario la difusión y divulgación de una nueva ideología: la Ilustración.

Este designio llevaba implícito el descrédito del Antiguo Régimen –feudal y señorial– y la apertura a nuevas formas de pensamiento en sus diversas modalidades, religiosa, política, científica y literaria. Hacer coherente este cúmulo de incitaciones, aclarar y divulgar la nueva cosmovisión que comportaban fue, sin duda, la misión básica de los intelectuales a lo largo de todo el siglo XVIII español.

Por ello, el público –lector o espectador– cobró un valor nuevo a los ojos de los autores; no se trataba, como había sido común en el pasado, de tenerlo como admirador o temerlo como adversario; ahora se quería establecer una comunicación activa, con el fin de forzarle a que sustituyese sus convicciones ideológicas tradicionales por otras diferentes, y algunas diametralmente opuestas, a aquellas que habían sido la razón de ser y existir de los españoles durante dos siglos.

Con todos los distingos y excepciones que provoca siempre una regla general, se puede afirmar que, por primera vez en la historia española, la inmensa mayoría de los hombres de letras se sintieron hombres políticos, y la política impregnó cuanto salió de sus plumas. Y como la política fue para ellos “el gobierno de la república que trata y ordena las cosas que tocan a la policía, conservación y buena conducta de los hombres” –según la dieciochesca definición suministrada por el Diccionario de Autoridades, en 1737–, en sus obras destacará una actitud moralizante, pedagógica y reformista.

El movimiento ilustrado español, aun teniendo por base temas y motivos importados de Francia e Inglaterra, no careció de acentos e interpretaciones propias. Su más evidente característica fue la moderación con que difundieron la ideología del Siglo de las Luces. La censura les obligó a ser cautos, pero también la sociedad: nuestros ilustrados sabían que muchos de los supuestos ideológicos que se iban extendiendo por Europa no serían fácilmente tolerados por el cuerpo social de la nación española. De ahí el tono moderado y posibilista de sus escritos [...]

Lo que sí puede asegurarse es que los hombres que protagonizaron un movimiento cultural que se inicia en España hacia 1680 y da fin en 1808 [...] fueron individuos llenos de un apasionado deseo de inaugurar una época que rompiera amarras con el pasado, glorioso sí, pero ya caduco e inoperante. Para llevar a cabo el empeño tomaron como guía la razón y nuevos métodos de trabajo basados en la observación, la investigación y la experimentación.

ELENA CATENA

Texto 1:

Texto 1: JOVELLANOS: Elogio de Carlos III

Sí, españoles; ved aquí el mayor de todos los beneficios que derramó sobre vosotros Carlos III. Sembró en la nación las semillas de luz que han de ilustraros, y os desembarazó los senderos de la sabiduría. Las inspiraciones del vigilante ministro que, encargado de la pública instrucción, sabe promover con tan noble y constante afán las artes y las ciencias, y a quien nada distinguirá tanto en la posteridad como esta gloria, lograron al fin restablecer el imperio de la verdad. En ninguna época ha sido tan libre su circulación, en ninguna tan firmes sus defensores, en ninguna tan bien sostenidos sus derechos. Apenas hay ya estorbos que detengan sus pasos; y entretanto que los baluartes levantados contra el error se fortifican y respetan, el santo idioma de la verdad se oye en nuestras asambleas, se lee en nuestros escritos, y se imprime tranquilamente en nuestros corazones. Su luz se recoge de todos los ángulos de la tierra, se reúne, se extiende, y muy presto bañará todo nuestro horizonte.

  Texto 2: JOVELLANOS: Descripción del castillo de Bellver

  A cosa de media legua, y al oeste sudoeste de la cuidad de Palma, se ve descollar el castillo de Bellver, al cual nuestras desgracias pudieron dar alguna triste celebridad. Situado a medio tiro de cañón del mar, al norte de su orilla y a muchos pies de altura sobre su nivel, señorea y adorna todo el país circunyacente. Su forma es circular, y su cortina o muro exterior la marca exactamente; sólo es interrumpida por tres albaracas o torreones, mochos y redondos, que desde el sólido del muro se avanzan, mirando al este, al sur y al oeste, y le sirven como de traveses. Entre ellos hay cuatro garitones, circulares también y arrojados del parapeto superior, los tres abiertos, y al foso de su altura otro cubierto y elevado sobre ella. Iguales en diámetro y altura hasta el nivel de la plataforma, empieza allí a disminuir y formar un cono truncado y apoyado sobre cuatro columnas colosales, que, resaltadas del muro, los reciben en su collarín, y bajan después a sumirse en el ancho vientre del talús. Escódese éste en el foso, y sube a toda su altura, formando con el muro del castillo un ángulo de cuarenta y cinco grados, y girando en torno de él y de sus torres. El foso, que lo abraza todo, es ancho y profundísimo, y sigue también la línea circular, salvo donde los cubos o albaracas le obligan a desviarse y tomar la de su proyectura. En lo alto, y por fuera del foso, corre la explanada, con débiles parapetos, ancha y espaciosa, pero sin declives, y siguiendo siempre la forma y líneas que el foso le prescribe