Aunque las primeras colecciones de cuentos populares se publicaron en Italia en el siglo XVI, y aunque en 1697 Charles Perrault dedicara a los niños su recopilación de relatos, es en el siglo XIX cuando los románticos y sus sucesores, obsesionados por las obras de creación colectiva, emprenden la ingente tarea de recoger, clasificar y ofrecer al público extensas colecciones de cuentos populares: los hermanos Grimm en Alemania, Andersen en Dinamarca, Afanasiev en Rusia o Fernán Caballero, Antonio Machado Álvarez, Aurelio Espinosa y muchos otros en España intentarán demostrar la riqueza de estas creaciones. Conforme se estudian estos materiales llama la atención la coincidencia en temas y estructuras. ¿Cómo es posible que los mismos relatos se cuenten en Rusia, en Centroeuropa, en los países mediterráneos o hasta en Persia y la India? El origen común o múltiple del relato maravilloso seguirá enfrentando a los eruditos, quienes para resolver el enigma de las coincidencias de motivos, estructuras y argumentos buscarán apoyo en diversos campos, desde la antropología al psicoanálisis. Así surgen diversas teorías para explicar el origen de los cuentos populares:
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