En ocasiones el viaje se realiza en busca de una persona.
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En la leyenda de Orfeo, el héroe que con su voz amansa a las
fieras, éste viaja a los infiernos en busca de su esposa, Eurídice. Los
esposos vivían felices hasta que un día una serpiente mordió a la joven en un
pie, la mordedura le provocó la muerte y Orfeo, que no podía vivir sin ella,
viajó al mundo de las sombras en busca de su amada. Los cantos de Orfeo eran
tan dulces que incluso ablandaron el corazón de Hades, el dios del mundo de los
muertos Éste permitió el regreso de Eurídice a la vida, pero Orfeo debía
cumplir una orden, no darse la vuelta hasta que no hubiera salido del mundo
infernal; sin embargo la curiosidad le jugó una mala pasada, cuando ya casi
estaba fuera de los infiernos se volvió a mirar si Eurídice le seguía, y en
ese momento, Eurídice se desvaneció para siempre.
También Deméter, la diosa de la agricultura, tuvo un largo y accidentado viaje en busca de su hija Perséfone, a la que finalmente encontró también en los infiernos, pues el dios Hades la había hecho su esposa. Esta situación apenó tanto a Deméter que a partir de ese momento las plantas no florecían y no había cosechas por lo que Zeus, el padre de los dioses tomó la decisión de que Perséfone pasara la mitad del año en compañía de su madre y la otra mitad en compañía de su esposo. De esto modo explicaban los griegos que en primavera y verano las plantas florezcan y den fruto (Deméter está feliz porque tiene su lado a su hija), y en otoño e invierno todo el campo esté como dormido (Deméter está triste porque su hija no está con ella).