Comentario del romance:

"Yo me levantara, madre..."

El texto es un romance lírico del Romancero viejo, es decir, estamos ante una composición anónima que ha llegado hasta nosotros transmitiéndose oralmente, cantado de generación en generación desde sus remotos orígenes.

Esa transmisión oral y la consecuente "re-creación" constante por el pueblo junto con su brevedad, el mundo poético que recrea, las leves alusiones a un amor contrariado y otros aspectos que se desarrollarán más tarde, lo relacionan con la lírica tradicional.

Este romance nos deja un aroma de misterio y ensoñación, de mágica "realidad" apenas entrevista, cuya esencia deberíamos intentar desentrañar, en la que, desde luego, no son ajenos los elementos mítico- folclóricos que se reiteran ni la "confusión de voces y tiempos narrativos" que se entremezclan en el romance: ¿Quién es esa voz narradora que se dirige a la madre- confidente? (Por relación con la lírica medieval, podríamos pensar que es femenina, pero habla de que vio una doncella ¿Será entonces el hombre que se prenda de ella? ¿ O simplemente un mero testigo (femenino o masculino) que describe la soledad de la lavandera enamorada? Y ¿quién es el marinero?. ¿Acaso ese marinero -al igual que el del romance del infante Arnaldos- conoce todos los secretos, no sólo los del amor sino los "de allende el mar"?.

Otra hipótesis podría ser que hay un desdoblamiento del yo poético que se ve a sí mismo como la doncella que pregunta por sus amores perdidos

Todo ello dentro del marco de lo contado a la madre. Porque la mezcla de presente-marco, levemente aludido / escena central de la mañana de San Juan / alusión a los amores perdidos del pasado establece un nuevo y complejo juego de espejos en cuanto al tratamiento del tiempo que, como todos los espejos, añaden confusión a lo que es real y lo que no. Es ambiguo porque lo sugiere todo, pero no explicita nada.

En este breve, extraño e intenso romance lírico se recogen una serie de elementos folclóricos que no son ajenos al clima fantástico en que nos sumerge. Entre otros:

- la mañana de San Juan, el solsticio de verano, el día más largo del año, crucial en los antiguos cultos solares. Tiene un valor formulístico en el romancero, pero arrastra esa carga que lo vincula al amor (por relación al sol, el verano, la plenitud, la fecundidad ...etc.). Pero en otros romances tiene una valor dual convirtiéndose en el día de la desgracia (Cf. romance de Moriana: Captiváronla los moros / la mañana de San Juan).

- el mar, el marinero y el mundo de lo que está más allá de lo conocido. El mar representa lo desconocido, frecuentemente se relaciona con la muerte (Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir). El marinero es el personaje que une las dos orillas y, por tanto, se convierte en mensajero de lo desconocido. Pero quizás también puede ser el que nos conduzca a esa otra orilla de nuestro destino, al mundo sin regreso (Cf. el Caronte mitológico, o el enigmático final del romance del infante Arnaldos que, también en la mañana de San Juan, se encuentra con el marinero que afirma que no digo mi canción sino a quien conmigo va.)

- Si la mañana de San Juan y el mar, unen el amor y la muerte; en el poema quedan, más leves, otros símbolos acuáticos (el agua es símbolo de lo femenino) de honda raigambre: Es frecuente en la lírica tradicional, la muchacha que va a lavar o a por agua a la fuente y allí algo pasa (los ciervos enturbian el agua, el cántaro se rompe, pierde una cinta o la ropa), eufemística y delicada simbolización de la pérdida de la virginidad. (A menudo este hecho se tiñe de un halo trágico, pues suele ser anticipo y raíz de unos amores desdichados: abondono, ausencia o muerte del amado y desamparo de la enamorada)

Sola lava y sola tuerce / sola tiende en el rosal

De nuevo la dualidad, entre el triunfo del amor carnal y sus trágicas consecuencias, aquí quizás la triple anáfora del término sola consigue esa sensación de desasosiego, de insistencia en la soledad a que el abandono de su amante condena a la muchacha, sufrimiento amoroso, también presente en las implícitas espinas del rosal. (Rosa y espinas son habitual y clara metáfora de la belleza y el dolor entremezclados).

- Y finalmente el extraño elemento del peine de oro ¿Meramente ornamental?(en relación con el rosal). ¿Simple traslación metonímica del color dorado de los cabellos al peine? Quizás. Incluso probablemente. Pero el peine de oro es atributo de seres mágicos como las lamias y quizás se relacione con la Diosa Madre primigenia de las culturas mediterráneas, como símbolo de órgano autofecundador.

Otros aspectos:

- Elementos rítmicos: mezcla de romance y canción popular. Las reiteraciones consiguen un ritmo ondulante y sugerente. Pero a veces tienen un valor más signficativo como la ya mencionada anáfora de "sola" o el obsesivo reiterar del Ubi sunt (dónde los mis amores ¿dó los, dónde los iré a buscar?) balbuceante en su construcción inacabada (dó los?), en la alternancia de la forma plena y la arcaizante y en la angustiosa impotencia de la pregunta en primera persona (dónde los iré a buscar?).

- Afectividad de diminutivos (mañanica, ribericas), posesivos, (mis amores), función apelativa de interrogativas e imperativos (dígasme)

- arcaísmos , fórmula imprecativa (Dios te guarde de mal)

- final abierto, no porque falte el desenlace (no hay historia que terminar) sino por la persistencia del misterio que envuelve todo el poema. Además, el diálogo y la estructura no narrativa ahondan la carga dramática de este romance, obsesivamente centrado en el mundo del sentimiento, y, consecuentemente, de la inacción.

En conclusión, un intenso poema que entremezcla elementos de lírica tradicional y de romance y que, junto a los rasgos estilísticos del género, añade un rico sedimento de elementos folclóricos  y afectivos que acentúan su lirismo.