—¡Guarte, guarte, rey don Sancho!,   no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora   un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos,   hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho,   y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre,   mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real:   —¡A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos,   ¡gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto,   metiose por un postigo,
por las calle de Zamora   va dando voces y gritos:
—Tiempo era, doña Urraca,   de cumplir lo prometido.

COMENTARIO:

Localización: El texto pertenece al Romancero viejo; Es uno de los romances histórico-tradicionales, concretamente sobre el Cerco de Zamora

Contenido: el tema es la traición en el asesinato del rey don Sancho (Este tema de la traición se ve reforzado por la insistencia léxica en este campo semántico: cuatro traiciones ha hecho, si gran traidor..., alevoso..)

(Conviene recordar la historia: el rey Fernando a su muerte repartió el reino entre sus hijos con el consiguiente disgusto del primogénito, Sancho, que se consideraba heredero único. En consecuencia, Sancho, el nuevo rey de Castilla, se lanza a recuperar el resto de los territorios según lo que él creía su derecho. Van cayendo uno a uno en su poder tras derrotar sucesivamente a sus hermanos: García (rey de Galicia), Alfonso (León), Elvira (Toro)... Hasta llegar a las murallas de Zamora, en poder de su hermana Urraca. Aquí la historia dará un vuelco: un caballero zamorano asesina al rey por la espalda cuando supuestamente iba a mostrarle un paso secreto para tomar la ciudad. El trono pasará entonces a Alfonso (Alfonso VI, el que destierra al Cid) a la sazón refugiado en el exilio de la corte musulmana de Toledo.)

La estructura está marcada por dos tiempos que se reparten casi simétricamente el romance, alrededor del casi central v. 10, uno de los escasísimos versos narrativos:

- antes, el aviso de peligro para el rey, como una voz anónima en primer plano: Guarte, rey don Sancho, no digas que no te aviso.

- después, los sucesos posteriores al asesinato: la huida del traidor que se acoge al refugio zamorano.

Entre los dos momentos, apenas hay nada más que un detalle: los gritos en el campamento real.

El antes y el después, los dos momentos en que se articula la estructura del romance, se plasman como es lógico en el predominio de los tiempos verbales: presente para el aviso / pasado para la parte final. El predominio del diálogo, o mejor de la 1ª persona en la primera parte, pasa a ser en la segunda la mezcla de diálogo y narración (voces en 1ª y 3ª p., en realidad, puesto que más que de diálogo cabe hablar de yuxtaposición de voces monologales. De cualquier forma, en todo el conjunto del romance la narración objetiva cede paso a la visión subjetiva de los testigos. Es una estructura eficacísima de romance-escena, que no sólo favorece el dramatismo de los hechos, sino que resulta casi cinematográfico en su magnífica y expresiva brevedad:

1.- voz en primer plano: confuso aviso que no sólo anticipa el crimen, sino que plasma con maestría la situación (Zamora) la presentación del antagonista, su carácter (un alevoso, hijo de traidor) y , consecuentemente, sus asesinos propósitos.

2.- Plano general del real: gritos confusos

3.- Materialización de los gritos en una nueva voz que transmite la información decisiva: A don Sancho han malherido", rápidamente matizada en su definitiva gravedad "Muerto le ha Vellido Dolfos"

4.- Los siguientes versos (Desque le tuviera muerto...) pueden entenderse una nueva narración objetiva de los hechos que se suceden o bien pueden incluirse en los comentarios de sitiados y sitiadores, continuando el estilo directo anterior. En cualquiera de los dos casos destaca la vertiginosa plasmación de los hechos con brochazos apenas detallados, pero muy expresivos y directos. Y de cualquier manera ese detalle trascendental de la frase de Vellido Dolfos en su huida ("Tiempo era doña Urraca, de cumplir lo prometido"), que supone dejar el final abierto, sugerir un cúmulo de sospechas y dejar entrever una realidad aún más cruel. (¿A qué se refiere Vellido Dolfos? ¿Quién ha prometido: doña Urraca o el propio Vellido? ¿Qué promesa es ésa ? -Evidentemente se relaciona con el asesinato- ¿Y a cambio de qué?) La maestría del anónimo poeta ha sabido no sólo buscar lo esencial, sino también silenciar lo trascendental, permitiendo al mismo tiempo sugerirlo.

(Estilo) Esa sobriedad de detalles, esa esencialidad del romance tiene mucho que ver con su fragmentarismo. Es éste un rasgo frecuente en el Romancero, pero aquí no sólo se trata del comienzo in medias res y el brusco final, sino incluso de todo el desarrollo de la narración a base de pinceladas parciales, detalles en primer plano, silencios... que recrean la confusión del momento y el dramatismo de los hechos.

El dramatismo, como ya se ha aludido, queda reforzado por el estilo directo en que se plasman los diálogos, rasgo quizá heredado de la épica y, sin duda, acertada consecuencia de la estructura de romance-escena ya mencionada.

Pocos rasgos más vamos a destacar del romance, puesto que su eficacia estriba en gran medida en su sobriedad: apenas hay recursos estilísticos. Sólo los leves procedimientos de repetición propios de la poesía oral y que aquí insisten en elementos básicos: el campo semántico de la traición ( cuatro traiciones ha hecho/ y con esta serán cinco; reforzado por los paralelismos: Si gran traidor es el padre/ mayor traidor es el hijo;), el de la muerte (Muerto le ha... Desque le tuviera muerto...); el aviso (Guarte, guarte) y, con menor valor funcional y más ornamental, la presentación del protagonista que, con todo, incide de nuevo en su maldad congénita: un alevoso... Llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido).

Por ser otra característica llamativa de los romances, citaremos la alternancia de tiempos verbales, en ocasiones caprichosa (Metióse por un postigo. (...) va dando voces y gritos); en ocasiones por motivos estructurales (la ya comentada alternancia: presente en la primera parte / predominio del pasado en la segunda); y en ocasiones sugerente y "desrealizadora" como en el Imperfecto de los versos finales: Tiempo era....

Respecto a la lengua, señalar los arcaísmos también frecuentes en la poesía de tradición oral largamente reelaborada a través de los siglos y que, por tanto, mantiene rasgos de estadios más antiguos de la lengua: concretamente, hay arcaísmos léxicos (Guarte, Desque...) y morfosintácticos, sobre todo en los usos verbales -con formas perifrásticas (Desque le tuviera muerto...) hipérbatos hoy inaceptables ( Muerto le ha) y usos enclíticos de los pronombres (metióse)-.

En conclusión, un romance muy sobrio en sus recursos formales, pero que consigue plasmar magistralmente el dramatismo de la traición gracias a la sabiduría de su construcción (en cuanto a su estructura, la alternancia de perspectivas, el punto de vista subjetivo, la selección de detalles...) Así, la traición que es el tema nuclear del romance queda resaltada no sólo por el estilo (paralelismos, repeticiones), sino, sobre todo, por los elementos estructurales: fragmentarismo, estilo directo, cambios temporales, sospecha final.