Los mensajeros de Marsil, rey moro de Zaragoza se entrevistan con Carlomagno: |
Bajo un pino, al lado de un rosal silvestre, han hecho un trono, todo él de oro puro: allí está sentado el rey que posee a la dulce Francia. Blanca tiene la barba y la cabeza toda florida, gallardo teine el cuerpo y el continente altivo. Si hay quien lo busca, no es ncesario que se lo enseñen. Los emnsajeros echaron pie a tierra y le saludaron con amor y con bien.
Mientras Ganelón está en Zaragoza, donde planea la traición, Carlomagno tiene un sueño premonitorio: |
Soñó que estaba en Francia, en su capilla de Aix; en el brazo derecho le mordía un feroz jabalí. De la parte de las ARdenas veía venir un leopardo, que ferozmente se arrojaba sobre su propia persona. Del fondo de la sala bajaba un lebrel, que se acercó a Carlos al galope y a saltos. Arranca la oreja derecha al jabalí y furiosamente lucha con el leopardo.
Los moros atacan por sorpresa la retaguardia comandada por Roldán. Antes de empezar la batalla de Roncesvalles el valeroso arzobispo Turpín pronuncia un sermón: |
Sesores barones, Carlos nos ha dejado aquí; debemos morir por nuestro rey. ¡Ayudad a sostener la Cristiandad! Podéis estar seguros de que tendréis batalla, porque con vuestros ojos veis a los sarracenos. Proclamada vuestros pedados y pedid perdón a Dios. Os absolveré para salvar vuestras alamas. Si morís , seréis santos mártires y tendréis asiento en el más alto paraíso.