Relaciones de la épica con el mito, la leyenda y la historia.

          Los tres términos que hemos mencionado no son sinónimos, aunque a veces se utilicen como tales. Cada uno de esos términos tiene rasgos específicos que lo diferencian de los demás. Así el diccionario de la Real Academia define esos términos del siguiente modo: leyenda es una relación de sucesos que tienen más de tradicionales que de verdaderos; la historia es la narración y exposición de los acontecimientos pasados y el mito es un relato tradicional con trasfondo religioso. Del término mito se han dado muchas definiciones aunque todas coinciden en que es un relato tradicional, sagrado, simbólico, protagonizado por personajes extraordinarios que se sitúa en un pasado intemporal y que da una explicación a los valores, las costumbres y las normas que se practican en una sociedad.

Por estas definiciones vemos que lo específico del mito es la relación con la religión, lo específico de la historia es tratar hechos verdaderos y frente a ellos las leyendas relatan sucesos tradicionales sin conexión con la religión.

Existen relatos en todas las sociedades que entremezclan los tres tipos de sucesos; es lógico que esto suceda puesto que en muchas ocasiones una leyenda determinada tiene una cierta base histórica, y en otras ocasiones un relato mítico acaba entremezclándose con una leyenda local con ciertos visos de verosimilitud.

La épica echa mano de esos relatos míticos, legendarios o históricos que cuentan sucesos de un pasado muy lejano protagonizados por héroes, que, a veces, son personajes reales que han sido ensalzados y son el prototipo de los valores que la sociedad en que se enmarca el poema épico quiere poner de relieve.

Pensemos por ejemplo en la guerra de Troya, relato de la Ilíada que presenta como héroes a Aquiles o a Héctor, prototipos de los valores propios de la sociedad griega contemporánea de Homero y de un tiempo anterior. La historia de Troya es un relato legendario transmitido durante generaciones y generaciones de boca en boca y durante muchos años que no había nada más que eso, leyenda. Sin embargo Schliemann, un rico comerciante alemán apasionado lector de las obras de Homero y en contra de las autoridades arqueológicas de su época descubrió las ruinas de la ciudad de Troya, de tal modo la leyenda empezaba a tener visos de realidad.

En sentido contrario podemos pensar en las historias relacionadas con el Cid, personaje histórico que acabó siendo un personaje de leyenda.

O podemos pensar en un suceso como el Diluvio Universal, un relato mítico que no sólo aparece en la tradición bíblica, sino también en la tradición mesopotámica, en la griega  e incluso en la de la América precolombina, que puede encerrar, por qué no, un trasfondo histórico.