LA INFANTINA ENCANTADA

A cazar va el caballero,

a cazar como solía,

los perros lleva cansados,

el halcón perdido había,

andando, se le hizo noche

en una oscura montiña.

Sentárase al pie de un roble,

el más alto que allí había:

el troncón tenía de oro,

las ramas de plata fina,

levantando más los ojos,

vió cosa de maravilla:

en la más alta rama

viera estar una infantina,

cabellos de su cabeza

con peine de oro partía,

y del lado que los parte,

toda la rama cubrían,

la luz de sus claros ojos

todo el monte esclarecía.

-No te espantes, caballero,

ni tengas tarnaña grima,

hija soy del gran rey

y de la reina de Hungría,

hadáronme* siete hadas

en brazos de mi madrina,

que quedase por siete años

hadada en esta montiña.

Hoy hace los siete años,

mañana se cumple el día;

espéresme, caballero,

llévesme en tu compañía.

-Esperéisme vos, señora,

hasta mañana, ese día,

madre vieja tengo en casa,

buen consejo me daría.

La niña le despidiera

de enojo y malenconía:

-¡ Oh, mal haya el caballero

que al encanto no servía,

vase a tomar buen consejo,

y deja sola la niña!

Ya volvía el caballero,

muy buen consejo traía;

busca la montiña toda,

ni halló roble ni halló niña,

va corriendo, va llamando,

la niña no respondía

Tendió los ojos al lejos,

vio tan gran caballería,

duques, condes y señores

por aquellos campos iban;

llevaban la linda infanta,

que era ya cumplido el día.

El triste del caballero

por muerto en tierra caía,

y desque en sí hubo tomado*,

mano a la espada metía:

"Quien pierde lo que yo pierdo,

¿qué pena no merecía?

¡Yo haré justicia en mí mismo,

aquí acabará mi vida!"

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* hadáronme = me hechizaron, las hadas me hicieron un encantamiento.

* desque en sí hubo tornado= cuando volvió en sí