ROMANCE DEL INFANTE VENGADOR
Helo, helo por do viene el infante
vengador, caballero a la jineta en un caballo corredor, su manto revuelto al brazo, demudada la color, y en la su mano derecha un venablo cortador; con la punta del venablo sacarían un arador, siete veces fue templado en la sangre de un dragón y otras tantas afilado porque cortase mejor, el hierro fue hecho en Francia, y el asta en Aragón. Perfilándoselo iba en las alas de su halcón. Iba buscar a don Cuadros, a don Quadros, el traidor. Allá le fuera a hallar junto al emperador, la vara tiene en la mano, que era justicia mayor. Siete veces lo pensaba si lo tiraría o no y al cabo de las ocho el venablo le arrojó; por dar al dicho don Cuadros, dado ha al emperador, pasado le ha manto y sayo, que era de un tornasol, por el suelo ladrillado más de un palmo lo metió. Allí le habló el rey, bien oiréis lo que habló: —¿Por qué me tiraste, infante? ¿Por qué me tiras, traidor? —Perdóneme tu alteza, que no tiraba a ti, no, tiraba al traidor de Cuadros, ese falso engañador, que siete hermanos tenía no ha dejado si a mí, no. Por eso delante de ti, buen rey, lo desafío yo. Todos fían a don Cuadros y al infante no fían, no, sino fuera una doncella, hija es del emperador, que los tomó por la mano y en el campo los metió. A los primeros encuentros Cuadros en tierra cayó. Apeárase el infante, la cabeza le cortó y tomárala en su lanza y al buen rey la presentó. De que aquesto vido el rey con su hija le casó. |
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