Conversación con las almas
Y vi a Fedra y a Procris y vi a la hermosísima Ariadna, hija del muy maléfico Minos, que un día Teseo se llevó desde Creta a la villa sagrada de Atenas, pero no la gozó porque en Día, la isla entre mares, la mató Ártemis por la denuncia que le hizo Dionisos. Y vi a Clímene y Mera, y también a la odiosa Erifila, que por oro muy fino vendió al amadísimo esposo. Mas no puedo contar ni nombrar las que vi, tantas eran las mujeres e hijas de héroes que vieron mis ojos que pasaría en ello la noche inmortal.
(Odisea XI)