LA MAÑANA DE SAN JUAN


La mañana de San Juan

al tiempo que alboreaba,

gran fiesta hacen los moros

 por la vega de Granada.

Revolviendo sus caballos

y jugando de las lanzas,

ricos pendones en ellas

 broslados por sus amadas,

ricas marlotas vestidas

tejidas de oro y grana.

El moro que amores tiene

 señales de ello mostraba,

y el que no tenía amores

allí no escarmuzaba.

Las damas moras los miran

de las torres de la Alhambra,

también se los mira el rey

 de dentro de la Alcazaba.

Dando voces vino un moro

 con la cara ensangrantada:

- Con tu licencia, el rey,

te daré una nueva mala:

el infante don Fernando

tiene a Antequera ganada;

muchos moros deja muertos,

yo soy quien mejor librara,

siete lanzadas yo traigo,

 el cuerpo todo me pasan,

los que conmigo escaparon

 en Archidona quedaban.

Con la tal nueva el rey

la cara se le demudaba;

manda juntar sus trompetas

que toquen todas el arma,

manda juntar a los suyos,

hace muy gran cabalgada,

y a las puertas de Alcalá,

que la Real se llamaba,

los cristianos y los moros

 una escaramuza traban.

Los cristianos eran muchos,

mas llevaban orden mala,

los moros, que son de guerra,

dádoles han mala carga,

de ellos matan, de ellos prenden, -

de ellos toman en celada.

Con la victoria, los moros -

van la vuelta de Granada;

a grandes voces decían:

-¡La victoria ya es cobrada

 

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