Los dioses deciden no intervenir
Con su velo azafrán se extendió por la tierra la Aurora cuando Zeus que en el rayo se goza reunió a las deidades en el ágora, sobre la cumbre mayor del Olimpo. Y así habló mientras ellas oían atentas sus voces:
- Escuchadme ahora todos, ¡oh dioses y diosas felices!, y os diré lo que mi corazón en el pecho me dicta. Que ningún dios ya sea varón, ya sea hembra, se atreva a impedir de una forma o de otra las órdenes mías, antes bien, acatadlas de modo que al punto se cumplan. A quien, sin que lo ordene, yo vea alejarse de todos, y ayudar a los teucros o bien socorrer a los dánaos volverá golpeado de forma afrentosa al Olimpo...
(Ilíada VIII)