Cuando los ejércitos concurrieron en un mismo lugar y se juntaron, chocaron entre sí escudos, lanzas y furia de guerreros de broncíneas corazas. Entonces los abollonados escudos se enzarzaron unos con otros y se levantó un gran estruendo. Allí se confundían los quejidos y las celebraciones de triunfo de matadores y de moribundos, y la sangre fluía por el suelo. (...)

Antíloco fue el primero que mató a un troyano, un guerrero valeroso que luchaba en la vanguardia, Equépolo Talisíada. Le acertó primero en el penacho del casco, de tupidas crines, le clavó en la frente y traspasó el hueso hasta dentro la broncínea punta; la oscuridad le cubrió los ojos y se desplomó como una torre en la violenta batalla.

Ilíada IV vv. 446-510.