AVISO: Creo que esto no es un fanfic. En las líneas que siguen no pasa absolutamente nada que no sepáis los que ya habéis visto la serie. O sea que si buscáis nuevos monstruos, conjuros, peleas o aventuras de cualquier tipo, quizá sea mejor que no perdáis el tiempo leyendo. De hecho, por lo menos la mitad de lo que viene a continuación es un plagio declarado de dos capítulos de la sexta temporada: Smashed y Wreckled. Mejor dicho, un pirateo sin paliativos y punto por punto. Prácticamente me he limitado a transcribir los diálogos de las respectivas escenas final e inicial de esos episodios, aligerándolas un poco para que no se alargaran demasiado. ¿Por qué me he molestado? Seguramente no hay razones válidas, pero si tengo que dar una explicación, diré que esas escenas me parecen trascendentales y me interesaba ahondar más en lo que sucede en ellas (en lo que yo he supuesto que sucede), así que he optado por “rellenar huecos” yendo un poquito más allá del final de Smashed y un poquito antes del principio de Wreckled. Es decir, se trata de inmiscuirme en la mente de los dos protagonistas durante su primer encuentro amoroso y en ver desde allí la trascendencia que este hecho tiene para ambos.
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EL DIABLO A LAS PUERTAS DEL CIELO
(Y el ángel a las del infierno)
- Cazadora.
Buffy se detuvo ante la llamada imperiosa de Spike, elevando los ojos al cielo con resignación. De pronto recordó la cita a la que no había acudido. ¡Vaya día! El robo en el museo, el misterio del guarda congelado, Amy, Dawn, que era su preocupación constante...
-¡Y ahora mi noche está completa!
- No has aparecido.
¿Pero quién se creía? Si no fuera irritante, sería gracioso aquel tono ofendido de recriminación
- Lo siento, estoy un poco ocupada últimamente.
- No deberías ser tan arisca, amor.
Era difícil competir en sarcasmo con Spike, pero Buffy lo intentó.
- ¿Qué piensas hacer? ¿Seguirme hasta la muerte?
- Precisamente lo que te estaba diciendo podría cambiar un poquito eso. – Spike se plantó ante ella- Deberías tener cuidado.
- Bueno, ya basta. Quítate de mi camino.
- O ¿qué?
Demasiada insolencia para la escasa paciencia de Buffy aquélla noche. Bueno, él se lo había ganado. El puñetazo impactó con contundencia en su rostro.
Lo que ocurrió a continuación, Buffy no se lo esperaba. Spike le devolvió el golpe con igual contundencia, pero más aún le asombró la absoluta frialdad con que lo hizo, como si hubiera estado esperando la oportunidad de golpearla y hacerlo le causara un placer largamente soñado. El teatro que le dedicó a continuación, acabó de sorprenderla.
- ¡Oh, el dolor, el dolor..!.-gimoteaba exageradamente. Hasta que una sonrisa triunfal borró sus muecas- El dolor se ha ido.
Buffy lo miraba estupefacta.
- ¿Ves?, no estoy tan desdentado como pensabas, cariño.
- ¿Cómo?
- ¿No lo pillas? Has vuelto mal.
La única reacción de Buffy ante aquella afirmación inaceptable fue golpearle de nuevo, con toda su fuerza. Spike cayó hacia atrás, pero siguió riendo. La furia de Buffy se desató. No entendía muy bien qué estaba diciendo, pero no quería oírlo. Volvió a pegarle; después, con una patada lo lanzó a considerable distancia. Se abalanzó sobre él para borrar de su cara aquella estúpida risa con una lluvia de puñetazos, pero Spike agarró su brazo y le golpeó con el otro puño. Buffy se rehizo con rapidez, y recuperó la iniciativa en la pelea.
- Es un truco. Has hecho algo con el chip.
- No. No soy yo. Eres tú. En realidad, sólo tú; eso es lo más gracioso. Tú eres la única que ha cambiado. Es por eso por lo que no me duele. – Rubricó su afirmación con un directo a la cara de Buffy- Has vuelto un poco menos humana de lo que eras.
- Te equivocas.
Otra patada de Buffy lanzó a Spike contra el muro opuesto, pero inmediatamente se levantó y volvió a hacerle frente. Ella le miró con rencor, jadeante y dispuesta a hacerle pagar caro la desvergüenza de desafiarla con aquellas mentiras, decidida a borrar para siempre la hiriente satisfacción que se reflejaba en su mirada burlona.
Los golpes de Buffy habían empujado a Spike a un edificio abandonado. La pelea siguió por las escaleras, en la cocina, en la sala... Pasaron de una a otra estancia intercambiando golpes, destrozando muebles, rodando por el suelo, persiguiéndose, enfrentándose, cegados en su deseo de hacerse daño y acabar de una vez con la engañosa superioridad del otro.
Especialmente Buffy.
Spike sabía apreciar una buena pelea y aquélla la estaba disfrutando como nunca. Después de tanto tiempo, se sentía otra vez poderoso, con todas sus fuerzas recuperadas, sus sentidos aguzados y pudiendo demostrar de qué era capaz. Para él volvía a sonar la música. El baile había comenzado. ¡Y con una cazadora! No, mejor aun: con Buffy. La Cazadora. La única que para él existía. La que le destrozaba con su sola presencia. Iba a demostrarle de una vez por todas quién era él. Iba a hacerle ver cuánto daño podía hacerle también a ella.
- ¡Oh, pobre niñita perdida!- Spike saltó a la lámpara del techo, se balanceó y golpeó con los dos pies en el rostro a Buffy, que cayó al suelo- Ella, que no pertenece a ningún sitio. No tiene nadie a quien amar.
Cuando se acercó, ya la cazadora se había levantado y estaba de nuevo en guardia. Lo agarró y lo lanzó por el hueco de la escalera destrozando en su caída el pasamanos
- ¿Yo? ¿Yo soy quién está perdida? Mírate, idiota. -Spike se levantó. Buffy le escupió sus palabras con resentimiento- Pobre Spikey, no puedes ser humano, no puedes ser vampiro. ¿A dónde diablos perteneces tú? – El vampiro se lanzó contra ella pero un golpe en el estómago consiguió detenerlo. Buffy volvió a hacerle rodar hasta el otro extremo de la habitación. Aterrizó en la chimenea.– Tu trabajo es matar a la cazadora, pero todo lo que haces es seguirme como un perrito faldero.
- Estoy enamorado de ti.
- Estás enamorado del dolor. Admítelo. Te gusto... porque disfrutas siendo vapuleado.
Spike se lanzó de nuevo contra ella y, ante su acometida, Buffy cayó de espaldas. Spike se situó sobre ella, dominante en su posición superior, y la alzó cogiéndola por las solapas.
- Supongo que yo he descendido al lado oscuro ¿Cuál es tu excusa?
Buffy consiguió zafarse. Puso toda su alma en el golpe que hizo volar a Spike contra una pared, pero cayó de pie. Fue a por él. En aquellos momentos ninguno de los dos abandonaría su presa por nada del mundo. Rodaron por las escaleras en un caos de miembros y golpes. Buffy escapó del abrazo de su contrincante, decidida a darle una lección que no olvidara el orgulloso vampiro.
- No tenía pensado hacerte daño –sonrió Spike- No mucho.
Se estaba divirtiendo, era evidente.¡Pues a ella no le hacía ninguna gracia!. Le iba a machacar la cara, lo iba a destrozar para que aprendiera a no inmiscuirse en su vida, pero Spike seguía en pie, su cuerpo de felino seguía desafiándola y su bello rostro seguía iluminado por aquella sonrisa diabólica que Buffy hubiera querido borrar a golpes. Y sus comentarios seguían dándole miedo.
- Nunca podrías hacerme daño.- Los dos sabían que no era cierto lo que Buffy acababa de decir. No tenía miedo de los puños ni de los colmillos de Spike. Podía vencerle con una mano atada. Pero sí de sus palabras. Y de su lucidez. Le aterraban. No podía consentir que siguiera diciendo aquellas cosas. Nunca se había sentido tan vulnerable.
- ¿Asustada de que tenga una oportunidad?- En realidad, estaba aterrorizada. El puñetazo de Buffy abrió otro hueco en la pared. Empujó a Spike contra el muro donde se multiplicaban las grietas. Él no estaba impresionado. Su ironía lacerante continuaba intacta. Tenía que hacerlo callar fuera como fuera.- ¿Tienes miedo de que yo...?
Le besó salvajemente, con desesperación y él, tomado por sorpresa, respondió de inmediato con igual o mayor pasión.
Se besaron como dos torrentes abocados a confluir en el mismo torbellino, la mano de Buffy apoyándose contra el muro a punto de ceder, mientras el otro brazo enlazaba el cuello de Spike.
¿Quién dijo que el corazón de los vampiros no latía? El suyo era un potro desbocado y su sangre galopaba irrefrenable por las arterias. Asaltado por la erección irreprimible, se dejó empujar contra la pared, mientras trocitos de escayola caían sobre sus cabezas como un confetti festivo. No sabía si giraban ellos o si era el planeta entero el que se sumía en un torbellino de confusión, donde lo único cierto eran sus besos, el sabor de su boca, el calor de su brazo en torno a su cuello, el dulce peso del cuerpo femenino que se aplastaba contra el suyo y la respiración agitada de Buffy que elevaba sus senos apretándose contra su pecho en una sensación que no podía borrar la tela interpuesta entre sus carnes. Su cerebro apenas podía reconocer como realidad lo que estaba pasando.
La alzó en vilo elevándola para acercarse más aquellos labios cuya posesión le enloquecía.
Debió de caer otro muro a su lado pero el estruendo apenas era un eco apagado incapaz de alcanzar la conciencia de los amantes. Sintió cómo las piernas de ella se anudaban en torno a sus caderas. Entonces notó que la mano femenina descendía hacia su entrepierna y oyó el ruido de una cremallera.
El mundo se detuvo.
Buffy apretó aún más su cuerpo contra el de Spike. Cuando prácticamente se empaló en su sexo erguido, se miraron fijamente un momento a los ojos. Un momento con duración de eternidad. Spike estaba sobrecogido, pero supo que lo que iba a ocurrir era inevitable. Igual que Buffy. Como dos náufragos en un océano embravecido, condenados a ser engullidos por fuerzas ante las que no podían hacer nada.
Después, suavemente, Buffy comenzó a moverse arriba y abajo y la consciencia de Spike decidió arriar bandera. Un gemido ronco y la absoluta certeza de que tras aquello sólo podía llegar la muerte, la más dulce y anhelada muerte.
No puedo estar haciendo esto. No con Spike, la criatura más vil, rastrera, maligna... y absolutamente irresistible. Desde que se fue Riley no había sentido..., desde antes de Riley. Desde nunca, en realidad. En el vértigo de oscuridad, un fugaz fogonazo de luz le hizo pensar en Angel. ¡No podía manchar su recuerdo entregándose a Spike!
¡Como si ella pudiera impedirlo! Algo estaba cayendo a su alrededor. Se derrumbaba con estrépito el mundo y a ella sólo le importaba el rítmico baile de desesperación que entrelazaba su cuerpo al de Spike. El apocalipsis podría ser hoy, pero ellos estaban más ocupados en su propio cataclismo.
El suelo se hundió y cayeron al piso inferior, sin desanudar su abrazo. Spike sobre su espalda, Buffy sobre él. Jadeantes se miraron a los ojos, esperando quizás inútilmente que el otro respondiera al tropel de preguntas que ni siquiera podían formular. Al instante optaron por continuar besándose y moviéndose rítmicamente.
Se amaron con ferocidad de lobo. Inundados de tanto deseo que dolía. Apretando el cuerpo del otro contra el propio, queriendo traspasar las fronteras de su carne y fundirse en un solo ser, buscando saciar una sed inextinguible, inagotable que, en lugar de calmarse, se volvía cada vez más acuciante. Como si desde décadas, siglos o milenios hubieran estado esperando aquel instante. Era un combate de leopardos y amapolas. Un dulce desvarío de puñales y caricias. Recorrieron perdidos un laberinto de nieve y fuego hasta llegar a un lugar donde las fronteras entre sus mundos opuestos se difuminaban: luz y sombra, deseo y dolor, bien y mal confundidos en una sola naturaleza
Exhaustos, sudorosos, yacían uno junto al otro.
¿Será esto otro hechizo de Willow?. Spike juró que mataría a la brujita si su magia le birlaba otra vez la realidad de aquella experiencia: las barreras entre los dos definitivamente cayendo, la verdad desnuda revelándose, sus cuerpos entrelazados en medio de la destrucción que les sitiaba.
A pesar de su cuerpo eternamente joven, por un momento, Spike se sintió muy viejo y muy sabio. Intuía un misterio que su más de un siglo de existencia le hacía percibir como un milagro, pero cuya certeza se afianzaba en su interior: estaba ante una diosa. La pureza de su desnudez le cohibía y de pronto se sentía tímido como un niño. No, no es timidez. Es respeto. Sí, la miraba con un respeto nuevo. Como a una reina que se acercara a un mendigo, o mejor, una diosa antigua que le hubiera hecho el inmenso regalo de entregarse a su indigno adorador. Sí, como una meretriz sagrada en un templo en ruinas. Y junto al respeto, un sentimiento de ternura. La necesidad apremiante de protegerla de cualquier sufrimiento. Quiso rodearla con sus brazos y darle calor.¡Qué estúpido! Yo nunca podré darle calor.
Buffy estaba enfadada. Enfadada y asustada. Y las dos cosas tenían relación. Su gesto de preocupación, el desasosiego inconfesable que la atenazaba era, en realidad, porque estaba muy asustada. No entendía por qué había ocurrido, pero sí sabía que había sido inevitable. Y eso la aterraba. Le daba miedo haber sucumbido a algo que no podía controlar. No quería haberse entregado a Spike. No lo quería conscientemente, claro, porque “desearlo”…eso era otra historia. En realidad, esa era la historia. Nunca se había sentido tan irremisiblemente arrastrada hacia un cuerpo masculino. Como una brizna de hierba juguete de un huracán. ¡Imposible de detener! Si con Angel podía reprimirse, si con Riley, el amor era tan placentero y luminoso, ¿por qué con Spike era… tan diferente? No se había entregado a Spike. Se había fundido con él. Lo había notado. Había sido arrastrada a su lado de la existencia. De su mano había llegado a un territorio de oscuridad al que no quería regresar
Sí, la respetaba. Nunca la había mirado con tanto respeto. La conocía, la quería. Amaba no sólo la heroína ejemplar, sino también la otra, la que nadie más veía, la niña vulnerable, la insegura, y, sobre todo, la oscura, confusa y terrible Buffy, la que tenía el poder de la muerte y se sentía asustada por él, esa de la que se había sentido más cerca que nunca. Ojalá ella pudiera hacer lo mismo: aceptarle a él y aceptarse ella misma. Algún día lo conseguiría, estaba seguro.
Spike cerró los ojos intentando atesorar para siempre el instante en sus recuerdos. Sabía que había llegado al cielo. Como un niño que alcanzara a rozar con la punta de sus dedos una estrella.
El cuerpo de Spike estaba lleno de marcas. En su pecho Buffy le había dejado la firma de sus uñas y ella también empezaba a sentirse dolorida. Había sido una dura batalla y en su fragor –Buffy lo sentía- había comprendido como nunca a su dulce enemigo. Comprender, no. Sentir. Había sentido su oscuridad, su dolor, su ansia insaciable de vida… y su esencia de muerte. Por unos instantes, mientras oleadas de placer los inundaban simultáneamente, Buffy se había sentido él. Spike. Dios. No puede ser cierto.
Se negaba a que aquellas sensaciones que la atenazaban se formularan siquiera como pensamientos: ¿Y si Spike tenía razón? ¿Si ella pertenecía también a su mundo? ¿Y si la tumba es una puerta que sólo se puede abrir en una dirección?… Spike sabía. Otras veces había confiado en él. ¿Y si ahora también reclinaba la cabeza en su hombro, buscaba su apoyo…? ¡No! ¡De ninguna manera! Sería una cazadora asustada, pero no iba a hundirse en el infierno de un vampiro.
Cerró los ojos con fuerza. A Angel no le gustaba que lo tocara cuando su rostro se transformaba en el de un vampiro. Le daba vergüenza. Spike, desnudo a su lado, la miraba interrogante. Vergüenza. Un mechón rubio caía sobre la frente de Buffy y la mano de él se alzó para apartarlo con suavidad de sus ojos. Ella rehuyó la caricia.
No se atrevía a romper el silencio que, le pareció, tenía algo de reverente. Sin embargo, no le molestaba. Tener a Buffy a su lado, sentir el cansancio del amor en cada uno de sus músculos y paladear la sensación de que todo encajaba en un orden perfecto. La serenidad embargaba el instante. Spike sentía que el tiempo se había detenido y su dicha era casi perfecta. Sí, estoy enamorado de ti, aunque no lo diré porque nunca me crees.
¿Y ahora por qué sonríe este estúpido? Buffy recuperó la primera ropa que encontró, su falda, para cubrirse.
Spike notó la brusquedad del gesto y su expresión cambió. Borró la sonrisa. El silencio de Buffy, su ceño ligeramente fruncido, le creó de pronto una vaga sensación de desasosiego. Se incorporó un poco y su mano rozó levemente el muslo blanco de Buffy que, inmediatamente, hurtó el contacto. Cuando quiso mirarla a los ojos, ella apartó la mirada. También por los labios de Spike cruzó una leve sombra de disgusto.
Gestos imperceptibles estaban reconstruyendo las barreras que antes habían caído. Sus cuerpos se habían fundido como respondiendo a una necesidad cósmica, ineludible, pero ahora sus mentes estaban otra vez a galaxias de distancia. Volvían a ser dos extraños.
Buffy lo contempló tendido junto a ella, hermoso ángel de maldad. Y supo que, si seguía mirándole, se inclinaría sobre él para volver a besarle. Y todo empezaría otra vez. Para escapar de la fascinación, miró a su alrededor y, por primera vez, fue consciente de la destrucción que les rodeaba.
- ¿Cuándo... se hundió el edificio? –Realmente parecía asustada. La típica inseguridad femenina de Buffy provocó el típico orgullo masculino de Spike. Espoleado en su amor propio, podía ser tan fatuo, engreído, y ofensivo como cualquiera. Incluso un poco más ¿Ella se avergonzaba? Pues sería un placer recordarle que tenía motivos de sobra para hacerlo.
- No lo sé. Debió de ser en algún momento entre la primera vez y...
Acentuó deliberadamente su pose chulesca, mirándola con descaro, el brazo bajo la cabeza. Exhibiendo su desnudez provocadora mientras se deleitaba ostentosamente en contemplar la que ella intentaba tapar apretando el hato de ropa arrugada contra sus senos.
Buffy empezó a vestirse con prisa.
Un absurdo pensamiento de triunfo, estúpido y mezquino, cruzó la mente de Spike: Aunque quieras, ahora ya no puedes borrar lo ocurrido. Ni siquiera le resultó consolador porque le era evidente lo que estaba pensando Buffy: “Esto ha sido un error. Me he rebajado a la altura de....” ¡Maldita sea! Alguna vez te darás cuenta, querida, de que no soy la basura infecta que tú crees. El despojo como me tratas. Alguna vez te darás cuenta de que somos iguales.”
La necesidad de hacerle daño se le hizo irreprimible.
Supo que de nuevo tenía ante sí la no-tan-simpática-Buffy e hizo regresar, él también, al vampiro sarcástico. Si había que volver a pelear, aprestaba sus armas, y la cazadora podía prepararse. No le iba a dar tregua. En el duro combate de hacerse daño, los dos eran maestros, pero no estaba dispuesto a cederle la ventaja recién alcanzada. Eligió su sonrisa más hiriente.
- ¿Cuál es el problema, amor?
- El problema es que he dejado a Dawn toda la noche sola. ¡Y no me llames amor!
- Eso no cuadra mucho con lo de anoche. Ni con las otras cositas sucias que me susurrabas.
Entre los dos eran muy capaces de destrozar cualquier atisbo de felicidad, a poco que se lo propusieran. Y en ello estaban con dedicación encomiable. Buffy se plantó ante él:
- ¿Podemos dejarlo?
- Es sólo que no sé por qué tienes que irte tan rápido. Pensaba que podríamos....
- No volverá a ocurrir. La noche pasada es el fin de esta esperpéntica historia.
Spike la detuvo, reteniéndola por el brazo, con una seriedad que sorprendió a Buffy.
- No digas eso
- ¿Qué creías que iba a ocurrir? ¿Que íbamos a leer el periódico juntos?
El sarcasmo hiriente de Buffy Spike lo contraatacó con caricias, algo que Buffy –ahora lo sabía- difícilmente podía resistir.
- Para – suplicó ella.
- Oblígame.
Ella siguió resistiéndose durante otro medio segundo, pero finalmente tomó su cara y le besó. Rodeó su cuello con los brazos y volvieron a entregarse a un frenesí de caricias. Spike la tomó en brazos y la depositó sobre unos cojines. Si dejaban hablar a sus cuerpos, quizás volviera la magia. La contempló un instante y luego se agachó junto a ella para besar demoradamente su cuello.
- Lo sabía. Sabía que lo único mejor que matar a una cazadora, sería....
- ¿Qué? - Buffy se lo quitó de encima. Furiosa, se levantó mientras, Spike, aún en el suelo, se maldecía por no morderse la lengua por una vez.
- ¿Es de eso de lo que va esto? ¿De tener a una cazadora?
Spike mantuvo la sonrisa. Si no podía borrar lo ya dicho, al menos no rectificar. Jamás retroceder.
- Bueno, sólo digo... que los vampiros te ponen caliente
- “Un” vampiro me pone caliente. Uno. Pero se marchó. Tú sólo eres...
Se detuvo porque hasta a ella le daba miedo seguir, pero Spike esperaba lo que iba a decir y se sintió desafiada, obligada a llegar hasta el fondo con la estocada.
- Tú eres sólo utilizable.
Evidentemente le había herido. La miró tan fijamente que Buffy se sintió azorada como una niña. No pudo evitar el temblor de sus labios.
Spike empezó a vestirse
- Entonces ¿ahora qué? ¿Me vas a tratar como una basura hasta la próxima vez que sientas picor y no puedas rascarte? Pues olvídalo. -Se ató el cinturón, con un gesto tan enérgico que traslucía su furia tanto como el tono de su voz- Esta noche ha cambiado las cosas.
- Nada ha cambiado. –insistió Buffy- Ha sido una equivocación.
- Joder, ¡ha sido una condenada revelación!
¿Pero es que no lo veía? ¿Tan ciega estaba? Era imposible que no lo hubiera notado ella también. Pues Spike no estaba dispuesto a rebajarse a explicárselo. Y si quería negar lo evidente, no iba a ser él quien se pusiera a discutir. Para él estaba muy claro y eso le bastaba. Buffy siguió mirándole, incapaz de decir nada, segura de que si hablaba se echaría a llorar. Spike se acercó aún más.
- Puedes actuar tan altanera y orgullosa como gustes, pero ahora sé cómo eres en realidad, cazadora. – En voz baja remachó:- Lo he saboreado.
Se inclinó como si fuera a besarla, pero ella consiguió escapar a su sortilegio y lo rechazó, empujándole. Spike la interceptó antes de que saliera.
- Puede que sea basura, pero a ti te gusta revolcarte en ella, cazadora. Nunca has tenido nada tan bueno como yo. Nunca.
Buffy se sintió tan asustada como antes. No quería escuchar a Spike, sin embargo, igual que antes, sentía que algo terrible y cierto se escondía en él.
- Eres perverso
- Ya, y eso te hizo gritar, ¿no?
La alusión obscena acabó de sacarla de sus casillas. Se plantó ante él enfurecida y desafiante:
- Te lo juro, si le cuentas a alguien lo de esta noche, te mataré.
Spike se encogió de hombros
- De acuerdo. – Con la misma aparente indiferencia buscó en el bolsillo trasero de sus vaqueros y le lanzó algo.- Necesitarás esto también.
Buffy recogió sus bragas al vuelo antes de pegarle un puñetazo en la cara. Inapelable. Spike se tambaleó y cayó al suelo.
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