En
la penumbra
(7 x11)
(Drabble,
7ª temporada)
En
la penumbra del sótano, Spike descansaba intentando olvidar las punzadas que
acuchillaban su carne torturada. Desde que Buffy lo había rescatado del
Primero, unos dos días antes -¿o quizás sólo habían pasado horas?- había
dormitado a ratos, cuando Buffy le dejaba a solas. En los momentos de vigilia,
hablaba con ella y su mera presencia le parecía una bendición, un regalo
inmerecido que había pensado nunca más disfrutaría. En realidad, la cosas más
pequeñas le parecían consoladoras, cálidas y milagrosas: un vaso de agua
fresca que calmaba la quemazón de sus labios rotos, las paredes humildes del sótano
que lo acogían en el frescor de su negrura, su lecho donde podía tumbarse,
cerrar los ojos y descansar. Ahora estaba a salvo. Había regresado a casa. Su
única casa, que era el cariño de Buffy.
Aunque
también estaban otros detalles que le confortaban al hacerle sentir de nuevo en
territorio conocido: los ruidos familiares en el piso de arriba, las miradas un
tanto atemorizadas de las potenciales, las visitas de Willow y Giles, los
comentarios de Anya que, incluso en su penosa situación, conseguían arrancarle
una sonrisa.
O
la figura alta y oscura que le miraba con seriedad, ahora que Buffy había
salido dejándolos solos.
-
¿Cómo estás, Spike?
No
necesitaba un espejo para saber que su aspecto tenía que ser deplorable. Que
preguntara algo tan evidente era una invitación insoslayable al sarcasmo.
-
¿De
veras tengo que responder a eso, Angel?
-
No
te pregunto cómo estás físicamente. Eso ya lo veo.
Seguramente
Angel había rectificado sobre la marcha para no quedar como un idiota.
Seguramente en su origen sólo había buscado una frase cortés que rompiera el
hielo entre los dos. Pero Spike estaba demasiado cansado para mantener su coraza
y Angel había hecho demasiados kilómetros para limitarse a decir estupideces
cuando su visita a Sunnydale le llevaba a encontrar a Spike en aquel estado.
Angel
se acercó a la cama y se sentó en el borde. Aunque no dijo nada, algo en su
actitud persuadió a Spike de que deseaba escucharle. Despacio y dolorido, se
incorporó y apoyó la espalda contra la pared, para quedar también sentado
junto al otro vampiro. Spike pensó que era lo más cerca que había estado de
Angel en años. En todos los sentidos. Aparte de Buffy, sentía que por primera
vez tenía un amigo a su lado en aquella casa. Y se dio cuenta de que lo
necesitaba. Entornó los ojos y su voz profunda rompió el silencio empezando a
desgranar en alto los pensamientos que colmaban su mente.
-
Buffy me ha salvado. Parece imposible, pero lo ha hecho. Cuando estaba allí,
atado, me repetía una y otra vez que ella me rescataría, pero en el fondo, ¿sabes?,
no lo creía.- Miró de frente a Angel, clavándole aquella mirada implacable
suya.- No después de lo que yo le hice a ella. Debería haberme dejado morir.
Habría sido incluso justo.
Angel,
muy suavemente, preguntó:
-
¿Qué
le hiciste?
Spike
miró intensamente a Angel. En sus pupilas, tembló el brillo de las lágrimas
que, sin embargo, no llegaron a derramarse. Angel se enfurecería, montaría en
cólera y le golpearía como en los viejos tiempos, sólo que esta vez tendría
toda la razón. Sin duda merecía cualquier insulto o puñetazo y, por duro que
fuera, se quedaría muy corto, porque él, Spike, había atacado a la mujer que
amaba. A la que amaban los dos. Pero en aquel momento no le importaba la reacción
por violenta que fuera. Spike era un niño que necesitaba contar a su padre el
motivo de su angustia y esa necesidad era superior al miedo a cualquier castigo.
-
Quise
violar a Buffy.
Angel
no movió ni un músculo. Sólo lo miraba en silencio. En un silencio
sobrecogedor. Por primera vez, Spike no supo muy bien qué había tras aquella
mirada. Desde luego no odio, ni furia, ni casi sorpresa. Era algo intenso y
confortador que Spike, en tantos años, casi no había conocido: piedad, compasión,
quizás pena.
Volvió
a hablar, quizás porque no podía soportar el silencio inmóvil que se había
instalado entre los dos.
-
Oye, ¿eres un sueño o una alucinación del Primero?
-
En ese caso, quien estaría aquí sería Angelus, no yo, ¿no te parece?
-
Sí, pero… tú y yo nunca hemos hablado así. Ni aunque estuviéramos muy
borrachos.
Angel
volvió a preguntarle:
-
Y
¿por qué me lo dices ahora?
-
Es
que estoy seguro de que Buffy no te lo ha contado.
-
No
–reconoció.- Como tú tampoco le has dicho a ella que..
-
No.
– Spike interrumpió a su sire como
si no quisiera oírselo pronunciar. No, no quería. Quería que Angel le
escuchara a él. Y también quería, necesitaba, que Angel, padre, juez,
hermano, le juzgara. – Una violación. El único crimen que, incluso antes del
alma, me prometí que jamás cometería, que no haría pasar a nadie por… por
eso.
Spike estaba al borde de las lágrimas. Angel, también conmovido hasta
lo más profundo, guardaba un silencio tenso. Finalmente fue él quien consiguió
recuperar la presencia de ánimo para continuar interrogándole.
-
Has
dicho que quisiste violar a Buffy. ¿No lo conseguiste?
Spike
negó con la cabeza.
-
Tuve
suerte. Una cazadora es más fuerte que un vampiro. En aquel momento debió
clavarme una estaca en el corazón. Pero no lo hizo. A veces pienso que si sigo
existiendo, es sólo para poder repararlo. ¿Se puede reparar algo así? ¿Hay
redención para eso, Angel?
Spike
le miraba casi con desesperación. Angel le sostuvo la mirada. Suavemente le
dijo la verdad.
-
No.
No hay redención posible.
-
Y
entonces… ¿cómo puedes vivir después de eso? ¿Cómo seguir adelante si te
has convertido en un violador?
-
Siempre
sigues adelante, Spike. Aunque sólo nos dejemos arrastrar por la existencia.
-
¿Nada
más? ¿Que la existencia te arrastre? –insistía Spike con la angustia atenazándole
la garganta.
-
Sólo
con la única esperanza, la pequeña esperanza, de que algún día, él, el
violado, te perdone.
-
Pero
eso es imposible. No hay perdón posible. Sencillamente no se puede perdonar.
-
¿Nunca?
– Era esta vez la voz de Angel la que se hundía en un dolor insondable
suplicando un atisbo de consuelo y fue la de Spike la que se tiñó de piedad al
afirmar la terrible verdad.
-
Nunca.
Nunca le puedes perdonar –repitió en voz baja, mirándole de frente. La mano
de Spike se colocó en el cuello de Angel.- Aunque le ames.
Spike
se inclinó despacio acercando sus labios, duro terciopelo, sobre los de Angel
en un beso compasivo que éste no respondió. Cuando se separó de él, se
miraron sin palabras. Spike le dedicó la sombra de una sonrisa y entonces Angel
acarició su pelo. Enredó sus dedos entre los mechones platino y suavemente posó
su palma sobre la sien de Spike. Él apoyó la cabeza sobre aquella mano grande
buscando la caricia. Sólo duró unos segundos, después la mano de Angel resbaló
suavemente por el cuello de Spike hasta perder el contacto.
Estaban
tan cerca y tan inmóviles que parecían ajenos al resto del mundo. Hasta Angel
llegaba el olor propio de Spike, cuero, tabaco y sombra, mezclado con el de la
sangre de sus numerosas heridas. Si los vampiros siempre podían percibir el
olor de una persona, en aquel momento, parecía incluso corpóreo, como algo más
que los unía de una forma casi física y dolorosa.
-
Nunca… - musitó para sí Angel, como si necesitara que aquella palabra calara
su ser. Finalmente volvió a enfrentarse a los ojos azules de Spike. Aquellos
ojos, llenos de amor, que eran el más terrible de los jueces porque en la
mirada de Spike, limpia como la de un niño, noble como la de un animal,
luminosa como la de un poeta, se refugiaba una pureza primigenia que nada le podía
arrancar. En sus ojos había algo incólume que nunca desaparecía, por mucho daño
que hiciera o le hicieran. Seguía allí, intacto, incluso ante su verdugo.
Estar frente a aquella mirada para Angel era lo más parecido a verse en un
espejo manchado por el dolor de todas las vidas inocentes que Angelus había
destrozado - ¿Sirve de algo decir cuánto lo sientes?
-
No –respondió Spike.- Sólo reabre la herida. Por eso yo no se lo digo a
Buffy.
-
Entonces yo tampoco lo haré.
Volvió
a instalarse el silencio entre ellos, compartiendo la sensación de tener el
alma a la intemperie, desnudos e indefensos bajo un aguacero del que apenas se
podían proteger con los jirones desgarrados de su amistad. Poca cosa, pero muy
valiosa. Quizás suficiente.
Volvió
a ser Angel quien habló de nuevo.
-
Yo creo que… Buffy te mira con respeto y cariño. Y te ha salvado. Quizás las
mujeres son diferentes, más compasivas…. Y tú no… lo consumaste. Sólo fue
un intento. Quizás ella sí te ha perdonado.
-
¿Me lo dices porque es lo que quiero oír?
-
No. Lo digo porque lo pienso.
-
Pero… y aunque fuera así, Angel, ¿hay alguna forma de que me perdone yo?
-
No. Eso, no. Salvo que no tengas alma y tus crímenes te sean indiferentes. Pero
si la tienes, no habrá un minuto de paz. El dolor te acompañará siempre.
Spike
asintió:
-
En
definitiva, es justo. Nosotros hemos causado ese dolor.
-
Sí.
Spike
hundió la cabeza, absorto en la negrura de sus pensamientos, aislado incluso
hasta de su amigo. Angel sabía lo que le esperaba. No había un ser sobre la
tierra que pudiera comprender mejor que él el sufrimiento que torturaba a un
monstruo arrepentido como Spike. La conciencia plena de la maldad y del dolor
causado provocaban un sufrimiento titánico, pero se volvía aún más
desgarrador cuando sabías que tu ser perverso había herido a los seres más
amados. Era una carga abrumadora que nada ni nadie podía ayudarle a
sobrellevar. Sólo la soledad a veces era un lenitivo para tanto dolor.
Angel
se puso en pie.
-
Tengo que marcharme
Spike
volvió de su ensimismamiento
-
Si de verdad eres Angel… - empezó, pero a mitad de su frase pareció
desistir.
Angel
dibujó una sonrisa.
-
No
te preocupes, -bromeó.- No le diré a nadie que me has besado.
Spike
volvía a ser él mismo. Respondió con una sonrisa aún más amplia y se encogió
de hombros en un gesto travieso.
-
Nadie
se lo iba a creer.
Angel
le tendió la mano. Retuvieron el contacto y el gesto de despedida se llenó de
calidez.
-
La próxima vez que nos veamos..
-
Nos
pelearemos… - continuó Angel.
-
Claro.
Eso nunca es problema entre nosotros.
-
Hasta
la vista, Spike.
-
Hasta
la vista.
FIN