HARMONY
Ay, Harmony, siempre la
última a la cola.
Cuando la descubrimos, no era sino una más en el coro de víboras de Cordelia
Chase. Otra rubia tonta pija, a la sombra de la reina para reírle las gracias y
establecer el juicio inapelable de los que eran alguien y los que no existían en
la Sunnydale High School.
Pero Cordelia es mucha Cordelia (Yo soy del club de “Amamos a Cordelia”) y ella
también anulaba al resto de su corte. Junto a Cordy, todas se eclipsaban. Sólo
cuando deja su papel de déspota estúpida, engreída y divina de la muerte (por
obra y gracia de su inverosímil relación con Xander), Harmony recoge el testigo.
Pasa a ser ella el estereotipo de guapa oficial y tonta hasta decir basta, pero
nunca con el relieve de su predecesora. Es lógico, son distintas. Cordelia es
inteligente y asienta con aplomo su personalidad aunque vaya a contracorriente
del vulgo, mejor aún si va a contracorriente. Harmony lucha por hacerse un sitio
en el competido mundo de la estupidez humana, pero con gran profesionalidad y
empeño, no se lo podemos negar a la chica. Cordelia fue una verdadera arpía y
luego una verdadera heroína. Harmony sólo puede ser su sombra desvaída.
Igual empeño pone Harmony en su carrera como vampiro. Tiene mucho mérito formar
de la nada su propia banda de terribles “chupasangres”, aunque su sentido
estético no acabe de ser comprendido, se le rebelen y tenga que acabar, como
siempre, defendiéndose sola con sus propias pocas armas. Harmony es demasiado
audaz, o en otras palabras, sobrevalora sus posibilidades, pero no se arredra:
si hay que ser la reina de los vampiros, ella se pone a la tarea. Y tiene razón,
qué demonios. Para que te pongan en tu sitio, basta con la realidad, pero por
intentarlo... El épico combate con Xander, -qué joya incomparable en las
historias de acción- acaba en tablas y nos demuestra que, como Xander, Harmony
es una inútil, pero también una superviviente.
Cómo diablos consigue Harmony sobrevivir en el duro mundo de los monstruos y
vampiros es otro de esos misterios insondables que nunca acabaremos de
comprender. Pero ella se las apaña. Su penúltima “inteligente” jugada es
buscarse protección haciéndose novia del más marginado, inofensivo y despreciado
de los vampiros, Spike. Sexo gratis para él, desprecio y olvido para ella. Nunca
fue un buen trato para Harmony, pero conseguirá empeorar bastante cuando cometa
la tontería de dedicarle toda su ternura empalagosa a un corazón que nunca podrá
ser suyo. Harmony vuelve a estar a la cola. Y la demostración palpable se
produce en Crush cuando, sin que nadie la llame, Harmony se presenta en
la reunión de “chicas de Spike”. En la cripta se desarrolla la competencia entre
Dru y Buffy, donde Spike deja claro –a su manera, o sea, entre torturas, cadenas
y golpes- que opta por la Cazadora. Harmony, visitante no invitada a pesar de
ser la novia oficial, sólo puede llevarse su ración de maltrato y su despecho de
clara postergada. Ni siquiera alcanza el nivel de amante abandonada, que le
corresponderá a Drusilla. Harmony es como que no existe.
Desparece de la serie, pero estamos seguros de que es incombustible.
Sobreponiéndose a sus desdichas, empeñándose en no dejarse hundir, superando las
situaciones más ridículas, Harmony, siempre sale a flote. Continuará
coleccionando unicornios, cuidando su maquillaje impecable y exhibiendo sus
rizos dorados por las noches de California. Sabemos que reencontrará a su osito
rubio en Los Ángeles y que no habrá humano, vampiro o monstruo que pueda con
ella. Quizás siempre sea la última, esa en la que nadie repara salvo para
criticarla o reírse de ella, pero Harmony siempre está por allí. Ella persevera.
Resiste.
Y hay que decir que Harmony tiene mérito. Es difícil compartir nada de lo que
opina (¿Harmony piensa?. Otro misterio), hace o representa, pero sabe ganarse
nuestras simpatías. Su comicidad, su dulzura de barbie insustancial, su
vulnerabilidad de buenaza estúpida tiene algo de entrañable, aunque ciertamente
no sé qué. En cualquier caso, es otro de esos magníficos personajes secundarios
que pueblan el buffyverso: Clem, el cacho de pan con problemas de piel y afición
por los gatitos, Larry, el machote que descubre su homosexualidad y, poco
después de reconocerla, muere como un héroe en batalla, la excéntrica y
caprichosa Hallfrek, el estirado Wesley capaz de ruborizarse por una mirada de
Cordelia, el trágico Ford, que ansía la perduración tan desesperada e
inútilmente como todos los humanos... Harmony, como todos ellos, colabora a la
atracción que despierta una serie tan rica y compleja.