LOS SILENCIOS DE SPIKE
Cualquiera que haya
visto Buffy cazavampiros, sabe que el arma más peligrosa de Spike está en
su boca, pero no son los colmillos, sino la lengua. Una mordacidad capaz de
despellejar a quien se le ponga por delante, sustentada en su aguda
inteligencia, en su falta de compasión y en no someterse a las piadosas
convenciones sociales, dispuesto siempre a soltar en la cara de la víctima la
más explosiva realidad. “Por mi boca habla la verdad” –dice. ¡Como si no supiera
que eso es precisamente lo peor! Como Anya (Entropía), se sabe al margen
de los humanos y se permite decirles lo que piensa sin ningún rubor; más aún,
con delectación. Como Anya, es “muy directo”. Pero, a diferencia de Anya, tiene
muy mala leche. Anya es una buena chica que quizá peca de exceso de ingenuidad.
En ella todo es espontaneidad sin doblez. Spike por el contrario, es un mal
bicho del que uno no se puede nunca fiar y que, además, acumula razones para el
rencor. Le importe o no (y cada vez le importa más), ha sido siempre tan
maltratado por los humanos, que es casi un placer demostrarles lo patéticos que
son. Y lo hace con la palabra, ese juguete aparentemente inofensivo que él
convierte en una bomba de relojería. Además, cada vez es más peligroso. Al
principio (4ª temporada) tenía su gracia y, al fin y al cabo, su situación era
tan penosa que sus salidas de tono resultaban poco relevantes. Pero conforme los
sentimientos se involucran, las heridas se hacen más profundas. El punto álgido
será cuando revele de la peor manera, en el peor momento, lo que lleva toda la
sexta temporada queriendo gritar: que se ha acostado con Buffy. Ese sí es el
punto de no retorno. Y lo hace después de su largo silencio, dolorosamente,
sabiendo que ahí está hiriendo tanto a Buffy que quizás no lo pueda perdonar.
Pero volvamos atrás. El lenguaraz peligroso que es Spike, es aún más peligroso
cuando calla. Si Spike insulta como nadie con las palabras, sus silencios son
peores: son la demostración incontestable de que su interlocutor es imbécil y
que ese detalle le es diáfano. ¿Hace falta recordar cómo alza su ceja cuando no
dice lo que es evidente que está pensando? Ese mínimo gesto es más expresivo que
cualquier comentario y tiene la facultad de poner todas las cosas en su sitio,
echando claramente por tierra los castillos en el aire que alguien está
levantando.
La víctima preferida de los silencios de Spike es Xander. Cómo no. Spike y
Xander son opuestos. Nunca se han llevado bien probablemente por las
dificultades de Xander para aguantar a los vampiros supuestamente aliados
–también receló siempre de Angel-, a su vez, probablemente, por celos de su
nunca del todo apagado amor por Buffy. Y, además, hay que reconocer que en
cuanto a inteligencia, Xander y Spike juegan en ligas diferentes: el primero en
Regional y el segundo en la Champion. Xander, es por tanto, uno de los blancos
más fáciles para los dardos del vampiro rubio. Casi carece de aliciente. Por
eso, a veces, Spike evita el comentario y deja sólo el silencio. Un ejemplo se
da paradójicamente en uno de los pocos momentos –quizás el único- en que Xander
y Spike comparten cierta camaradería. Al final de la quinta temporada, sitiados
en la gasolinera, durante un momento de tregua Spike quiere fumar un cigarrillo,
pero no puede abrir el encendedor con sus manos heridas. Xander lo hace por él y
le ofrece fuego. A continuación, le comenta: “El tabaco te va a matar”. La
mirada de Spike es tan elocuente que hasta el propio Xander se da cuenta de la
estupidez que acaba de soltar.
También Giles, por su inherente ingenuidad, ha tenido que soportar alguna escena
semejante.
Sin embargo, no todos los silencios de Spike son la proclamación de su
superioridad. En unas pocas ocasiones, han sido también la muestra de que estaba
siendo derrotado. En este sentido creo que sólo tres personajes pueden
vanagloriarse de haberle hecho callar. Tres mujeres.
La primera, Faith. Faith en el cuerpo de Buffy se encuentra en el Bronze con un
Spike al que no conoce pero del que ha oído hablar. Spike piensa que está con
Buffy, pero queda sorprendido ante la agresiva sexualidad de Faith que, de no
ser un vampiro, quizás le hubiera hecho ruborizarse. Y Spike, confuso,
retrocede. Una vez más demuestra que es listo. El instinto también sirve a los
depredadores para mantenerse a salvo de amenazas en que corren riesgo.
La segunda es Tara. Cuando quedan atrapados en la casa por el deseo que Dawn
solicitó a Hallfrek, Tara, la única que conoce la verdadera relación de Buffy y
Spike, les sorprende en un rincón del pasillo. “¿Qué? Tengo un calambre” –
explica descarado Spike. “¿En el pantalón?” –pregunta la nada ingenua Tara. Un
rato después, llega la puntilla mientras juegan a las cartas. “¿Qué tal está tu
calambre, Spike? Deberías ponerte hielo”-sugiere sin que Spike ose hacer ningún
comentario. Bien por Tara.
Y finalmente, Dawn. Si la anterior era una escena cómica, esta será
especialmente dramática. Spike ha quedado definitivamente “fuera del equipo” en
expresión de Buffy, después de “consolar” a la despechada Anya y de que las
cámaras del Trío retransmitieran en directo la escena porno a sus respectivos
ex, Xander y Buffy. En cualquier caso, eso Buffy se lo podría haber perdonado y
de hecho, va a defenderle (a petición de Dawn) cuando Xander está dispuesto a
matarlo. Lo que Buffy no puede perdonar es que revele a sus amigos esa pasada
relación de la que se avergüenza y, sobre todo, que lo haga de esa manera, por
resentimiento, buscando hacer el máximo daño posible. Seguramente Spike se
arrepiente nada más decirlo, pero nunca lo confesará. Ha sufrido demasiado,
hasta el punto de que volver a su naturaleza malvada se le hace casi
indispensable. Como consecuencia, es definitivamente apartado del círculo de los
scoobies.
Dawn pregunta a su hermana si no van a volver a verle. Dawn, la primera que se
acercó sin reservas a Spike, la que mejor lo ha aceptado tal como es, es quizá
la única persona que sigue queriéndolo al margen de todo lo ocurrido. (En el
caso de que Buffy le ame, en su interior se entremezclan muchos otros
sentimientos más contradictorios.) Sólo Dawn le mantiene la lealtad de
permitirle ser escuchado. Por eso va a la cripta de Spike en busca de la
explicación del amigo. Con lágrimas en los ojos, le pregunta si la quiere y
Spike empieza a contarle que fue un día duro, que habían bebido... El tono
sumiso con que el orgulloso Spike se dirige a Dawn muestra una intimidad que
jamás compartiría con otra persona diferente. Trata a Dawn como una adulta y
como una amiga. Curiosamente los dos más al margen del círculo son quienes
comparten sus confidencias con más estrecha relación. Pero no es eso lo que Dawn
quiere saber. “No a Anya, a Buffy ¿la quieres?”
Y Spike calla. Aprieta los dientes y no responde. Ha proclamado en varias
ocasiones su amor por Buffy, pero ahora guarda silencio. Aunque está claro que
quien calla otorga, quizá no es por Dawn por quien se siente interpelado, sino
por sí mismo. Y no sobre sus sentimientos, sino sobre su actuación. Consciente
de la terrible falta cometida, del tremendo daño causado, Spike guarda silencio.
Con la mirada tercamente perdida al frente, entiende que no puede formular en
alto lo que siente. Quizás ha perdido para siempre ese derecho. Ni siquiera
puede ofrecer una justificación a las lágrimas de Dawn. Y esa será la última
pérdida para ambos. El delicado cariño que une a Spike y Dawn tendrá también que
soportar las consecuencias de la catástrofe.