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Algunos símbolos en BTVS

 

El Simbolismo es un área bastante misteriosa y atractiva que tampoco está ausente de Buffy cazavampiros. De hecho, en la serie  aparecen una serie de elementos recurrentes que tienen una fuerte carga simbólica. Por ejemplo los siguientes:

 

El agua. En los comentarios de Doug Petrie a Chicas malas, este guionista comenta el simbolismo de la escena en las alcantarillas en que Buffy, peleando con uno de los demonios de la secta está a punto de ser ahogada. El demonio le hunde la cabeza en el agua hasta que la cazadora deja de moverse. Sin embargo, al poco coge la espada que estaba en el fondo, se levanta y acaba con el demonio. Y a partir de ahí, Buffy sigue la estela de Faith, divirtiéndose, yendo a bailar al Bronze, buscando la excitación de la caza sin reconocer límites a “su ley”. Petrie es muy consciente de que, además de su rememoración del final de la primera temporada, cuando Buffy “muere”, el agua simboliza muerte y renacimiento. Y aquí, en concreto, Petrie afirma que la inmersión en agua es un bautismo. Como en todo bautismo, “muere” el ser viejo para reaparecer otro ser diferente. En efecto, el agua es el principio de la vida, indispensable para la fertilidad de la tierra; pero también el agua estancada, el mar, suele ser símbolo de muerte. De ese estanque donde está a punto de morir, Buffy volverá diferente. Hasta entonces ha sido la niña buena y obediente, la discípula ejemplar de Giles. A partir de entonces, disfrutará acabando con los demonios que le quedaban, se exhibirá en la pista de baile con Faith, coqueteará con Angel, se burlará (más) de Wes, desafiará a la policía, robará en la tienda de deportes.... hasta que acabe acompañando el asesinato de Faith. Es algo semejante a lo que le pasó al final de la primera temporada. Entonces, cuando Xander la “resucitó” tras su ahogamiento, Buffy adquirió nuevas fuerzas para acabar con el Maestro, pero también la experiencia traumática de enfrentarse a su destino de muerte, la llevó a reaparecer en el primer capítulo de la segunda temporada muy distinta, “mala”. Hasta que asume el pasado, se desfoga contra el esqueleto del Maestro y acaba reconciliándose consigo misma llorando en brazos de Angel.

En el mismo capítulo, Chicas malas, al final, vuelve a aparecer el agua en la última escena cuando Buffy va a la habitación de motel de Faith y la encuentra lavando su ropa. Petrie alude al parecido evidente con Lady Macbeth, que, tras los asesinatos a que ha empujado a su marido, repite enloquecida intentando en vano limpiar la sangre derramada: “Esa mancha, esa maldita mancha.” Faith intenta también en vano limpiar su conciencia lavando compulsivamente sus ropas. Ese detalle desmiente sus palabras cuando afirma que no le importa lo que ha hecho y nos demuestra que su apariencia insensible está lejos de ser real. Pero, respecto a su significado, aquí el agua, elemento polisémico como todo símbolo realmente fecundo, adquiere otro sentido levemente distinto: el agua como aquello que sirve para limpiar y restaurar la pureza perdida. (Otra forma de renovación, en definitiva)

 

Frente al agua, la tierra. En un escenario urbano como el de la serie, sólo está presente de una forma difusa y diversa, pero bastante reiterada. La tierra representa en Simbología el principio femenino porque, al igual que la mujer, es generadora de vida. Parece evidente, por tanto que tiene que tener un importante papel en una serie que se declara eminentemente feminista. En este sentido, yo la veo sobre todo relacionada con la Cazadora Primigenia. Siempre que este enigmático personaje aparece (en Restless, en The gift, en la séptima temporada...) se asocia a imágenes de desiertos, espacios abiertos o tierra virgen y muchas veces resquebrajada. En el episodio de la séptima en que Buffy viaja al pasado, gracias al juego de sombras chinescas herencia de Nikki se cuenta cómo la primera Elegida fue encadenada por los jefes para enfrentarse a una monstruosa serpiente. Buffy, repetirá la hazaña de la cazadora primigenia. Igual que ella, es encadenada y tiene que pelear con la serpiente (símbolo fálico, además de representación del mal). Buffy rompe sus cadenas, acaba con la serpiente y rompe la vara del jefe. O sea, la mujer plantando cara al patriarcado opresor. (Quizás sobre esta imagen también gravite la de la Virgen María aplastando a la serpiente edénica. Y, por supuesto, María recoge la larguísima tradición de diosas madres presentes en todas las culturas anteriores a la judeocristiana). Junto a Buffy, Willow. Su conexión telúrica con los elementos de la naturaleza en la séptima es el último paso de su ascenso al más alto nivel de la magia. Tras salir del abismo en el que se hundió al final de la sexta temporada, su recuperación empieza en Inglaterra, con Giles, precisamente por esa atención a lo pequeño y humilde de la tierra, las flores, las hierbas... Por ese camino, Willow acabará desarrollando todo su poder hasta convertirse en “una diosa” como le reconoce una admirativa Kennedy en los capítulos finales.

Si la tierra como tal es poco abundante en la serie, sí aparecen frecuentes variantes del símbolo: la cueva (o su variante urbana: los sótanos o la red de alcantarillado), la tumba o la cripta. Todas ellas representan un aspecto peculiar de la tierra como claustro materno. Paradójicamente, en este sentido las entrañas de la tierra se relacionan con lo ctónico, lo oculto, lo misterioso y, en definitiva, el mundo de ultratumba, la muerte. Es el ámbito de los monstruos. En la dicotomía habitual de la serie el mundo subterráneo se opone al mundo de la luz, pero precisamente por eso, salir de esos lugares, emerger de la tierra, tiene ese rasgo de paso necesario para emprender una nueva vida. Igual que salir del claustro materno, supone un tipo de nacimiento. A veces incluso adquiere rango de iniciación. Lugar de iniciación y re-nacimiento es por ejemplo la cueva donde Spike sufre sus pruebas para acceder a una nueva identidad y de donde resurgirá diferente y superior cuando le sea concedida su alma. Es también lo que ocurre en dos ocasiones en la sexta temporada cuando Buffy sale de la tumba. La primera vez, arrojada del cielo al “infierno” de la vida mortal, Buffy transita desnortada hacia su degradación. Sólo en el capítulo final, cuando sale de otra tumba, acompañada esta vez de Dawn, ella también renacida a la vida adulta, podrá Buffy encauzar definitivamente su existencia hacia la salvación propia y del mundo.

Lo que me tiene despistada, lo confieso, es la cripta. La cripta de Spike, of course. Parece el ámbito de lo masculino, entrevisto como peligro, maldad y degradación, pero también como lugar del amor. Probablemente en la cripta, como en el propio personaje de Spike, se da la verdadera fusión de los contrarios y contradictorios: el ser del mal y el ser del bien, luz y sombra, masculino y femenino se hacen uno a través de su unión sexual. (O sea, la reedición actualizada del eterno hierós gamós,  el matrimonio sagrado de una pareja de dioses). Al menos, me gusta pensarlo así porque creo que recoge una de las constantes de la serie que a mí más me atrae.

 

Esa oposición de contrarios es fácilmente reconocible en la luz y el color, algo muy familiar y mil veces utilizado por el cine y otras formas de expresión visuales. Hasta el punto de que es ya casi un tópico: el negro, la sombra, la noche se asocia a la maldad mientras la luz y los colores vivos o claros se relacionan con el bien. Por supuesto, los monstruos viven entre las sombras, pero además... Spike viste casi rigurosamente de negro, el indicativo de Angelus son los pantalones oscuros de cuero que serían impensables en Angel. Faith tiende también a las ropas oscuras y el maquillaje muy marcado de ojos y boca representa su carácter agresivo y fuertemente sexual. La Cazadora Oscura es morena, mientras que la Cazadora Buena luce un angelical cabello rubio. De hecho la cabellera rubia es propia de los héroes luminosos, relacionados con el sol. Por supuesto, esto no se hace extensible a Spike, cuyo rubio teñido no es sino otra muestra más de su carácter trasgresor, al margen de los estándares habituales, al igual que su look punky, sus ropas o sus numerosos anillos y demás "chatarrería". (Otro pequeño apunte sobre la apariencia de los personajes: las gafas. Son definitorias de personajes “serios” y dedicados al estudio, alejados de la acción, como los Vigilantes. Las lucen –y las limpian cuando se sienten nerviosos o frustrados- Giles y Wesley, pero éste último se deshará de ellas cuando pase a ser un héroe de acción en Angel)

 

Relacionados con la luz, están el sol y el fuego. Se contraponen a los seres de la oscuridad y son letales para los vampiros. Eso lo sabemos todos, pero, precisamente por trillado, me centraré en otros aspectos más inadvertidos y más poéticos: el sol como el sueño inalcanzable, la vida (el amor, la bondad) a que el vampiro debe renunciar para siempre. Creo que lo comentamos en un post anterior, aquel sobre la frase de James Marsters en que se imaginaba a Spike ofreciéndole a Buffy un jardín luminoso donde él nunca podría pasear. Pues eso. Nuestros vampiros, Angel y Spike, añoran la luz del amanecer, desearían caminar por una playa a pleno sol. En Agravios Angel elige precisamente como forma de suicidarse esperar a la luz del día. Y la luz inundará también la muerte de Spike en Chosen. Como una hermosa lectura de que de nuevo el ser de las sombras no sólo anhela la luz, sino que es finalmente asumido por ella, acogido como el héroe luminoso y salvador en que Spike se convierte al final de su andadura en la serie.

Instantes antes se ha presentado otra de esas imágenes míticas de gran carga simbólica. Al saber que va a morir, Spike entrelaza su mano con la de Buffy y una llamarada del fuego que empieza a consumirle inflama ese símbolo de unión. En el umbral de la muerte, la unión de las manos y el fuego, al mismo tiempo purificador y destructor, se convierten en símbolo de  amor, de espiritualización y, en definitiva, de vida. Un hermosa y poética imagen para rubricar el final de su existencia.

 

Elemento recurrente, casi atributo irrenunciable de la cazadora, es la estaca, quizás el símbolo más arquetípico de la serie. Es un arma, pero un arma de raigambre evidentemente fálica: por su forma, porque penetra, porque es instrumento de poder y agresividad. Lo peculiar es, claro, que está empuñada no por un héroe masculino, sino por una mujer. Yo la relacionaría con otros elementos como la espada o el cetro, todos ellos de apariencia semejante, todos ellos típicamente masculinos, y todos representación del poder. La lectura clara es la subversión de roles que propone la serie. El leit motiv con que surgió según propia confesión de Whedon: la entronización de lo femenino superando con sus propias armas a la fuerza de lo masculino.

 

Cambiando radicalmente de tercio tenemos la torre del final de la quinta temporada. Se relaciona con otros elementos que destacan por su verticalidad: la montaña, el árbol, o las piedras sagradas como los menhires, la Kaaba en La Meca o el Santuario de Apolo en Delfos. Éstos últimos lugares tienen carácter de onphalos, ombligo del mundo donde convergen las fuerzas místicas. (Igual que la propia Boca del Infierno, que es, sin duda otro onphalos)... Montaña, torre, árbol, menhir, igual que los artificiales zigurats, torres (de Babel) o pirámides, los símbolos de verticalidad son axis mundi, ejes del mundo, elementos de conexión entre la realidad mortal y lo sobrenatural. Por eso, hunden sus raíces en el submundo o bien sirven para elevarse hacia lo espiritual (las iglesias rurales suelen erigirse en colinas y lugares elevados, el impulso de ascender a las montañas es casi universal; en un monte se transfigura Jesús, las montañas, como el Olimpo, son el hogar de los dioses.) La mitología germánica, por ejemplo, concebía el cosmos como un gigantesco árbol (el fresno Iggdrasil) que unía las distintas dimensiones de la realidad. En este sentido encaja perfectamente la torre que constuye Glory para escapar de esta dimensión en que se encuentra prisionera y acceder a la suya. La puerta entre dimensiones debe ser abierta con una “Llave”. Pero la verdadera llave no es Dawn, sino su sangre. Porque como nos recuerda Spike, “la sangre es la vida”. La sangre es el principio vital y por tanto su potencialidad es inmensa. Es la sangre derramada, signo de la vida que se sacrifica, la que puede abrir otras dimensiones. No sólo la sangre de Dawn (o Buffy) sino también la de Angel ante Acathla. Quizás por eso, una vez que ha sido vertida, sólo el sacrificio de una vida puede detener el proceso. En la segunda temporada, Buffy deberá sacrificar a Angel una vez que Angelus ha abierto la puerta al apocalipsis. En la quinta, una vez que la sangre de Dawn ha empezado a manar, sólo el sacrificio de Buffy entregando su vida a cambio puede restaurar el equilibrio roto. El contenido vivificador y salvador de la sangre subraya el carácter mesiánico de la quinta temporada.

 

Y finalmente, la cruz. Nada nuevo, porque se reitera en toda la literatura vampírica ya que, en cuanto signo religioso, es eficaz arma contra el mal que encarnan los vampiros. En la serie, no del todo despojada de su significado religioso, continúa con ese valor de protección frente a las fuerzas del mal. Es una barrera, una frontera ante la que lo demoníaco retrocede. (Con una excepción que yo recuerde: en Chekpoint, quinta temporada, los miembros del Consejo hacen un estudio del entorno de Buffy para ver si sigue siendo fiable. Entre su “entorno” está Spike al que entrevista una “consejera” evidentemente seducida por el vampiro, a quien afirma haber dedicado su tesis doctoral. Los compañeros varones de la dama intentan protegerla exhibiendo sus cruces ante Spike sin que él parezca para nada amedrentado ni siquiera afectado. Incluso creo que se acerca un paso hacia ella. ¿Es que en Spike no hay mucho mal que pueda ser detenido por las cruces o es que su capacidad de coqueteo con las féminas es aún más poderosa que el antídoto que intentan interponerle? No me hagáis mucho caso, que es broma.)

Un crucifijo de plata es el primer regalo que Angel hace a Buffy. Sin duda muy propio de él asegurarse de que los seres que ama estarán protegidos incluso contra él mismo. Como el sol y el fuego, por tanto, la cruz es arma y símbolo de protección contra el mal. Pero también como el sol y el fuego, desde el punto de vista de los personajes que se alinean en “el mal”, puede ser símbolo de lo inalcanzable y anhelado. Y por tanto símbolo de redención. O de dolor purificador. O de prueba. Como tal aparece en Destiny (quinta de Angel) cuando el enfrentamiento entre Angel y Spike se salda con la victoria del segundo, capaz de coger en sus manos la gran cruz que ha soltado aterrado Angel. (En un flashback previo era Angel quien desafiaba a William a “jugar con fuego” soportando la quemadura de un crucifijo.)  Como dolor unido al amor aparece la quemadura del crucifijo de Buffy que queda grabado sobre la piel de Angel al final del capítulo de la primera temporada que lleva su nombre. Pero sin duda, el final simbólico más impresionante es el de Beneath you, ante el que poco puede decirse. Spike abraza la cruz y, mientras se abrasa, pide humildemente un poco de descanso. No sé si hay redención posible en el Whedonverso (según Angel, parece que no), pero desde luego Spike se la ganó a pulso.